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BIBLIOTECAS ESCOLARES DE AHORA

1.- Hace unos días, recibimos un documento que estábamos esperando hace un tiempo. A comienzos del curso pasado: noviembre de 2008, llegaron al colegio dos personas de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez de Salamanca para realizar algunas observaciones sobre el funcionamiento cotidiano de la biblioteca escolar. Previamente se nos había comunicado la intención de realizar un estudio, a nivel nacional, sobre bibliotecas escolares. Para ello se habían seleccionado cuatro centros de Primaria y otros cuatro de secundaria; centros que habían recibido algún premio en las últimas convocatorias del Ministerio de Educación, concretamente en las de 2006 y 2007, identificadas como Concurso nacional de buenas prácticas para la dinamización e innovación de las bibliotecas de los centros escolares. A esos ocho centros iniciales, se añadieron al final dos más: uno de primaria y otro de secundaria. Voy a nombrarlos a todos:

CEIP Cossetània (Vilanova i la Geltrú – Barcelona) – CEIP José Mª de Calatrava (Mérida – Badajoz) – CEIP Miguel Servet (Fraga – Huesca) – CEIP Virgilio Nieto (San Esteban de Pravia – Asturias) y CEIP Jaume I (Barcelona ). IES Bajo Cinca (Fraga – Huesca) – IES nº 5 (Avilés – Asturias) – IES Marqués de Suances (Ferrol – A Coruña) – IES Pedro Jiménez Montoya (Baza – Granada) y el IES Juan de Herrera (San Lorenzo del Escorial – Madrid ).

 

El trabajo de campo lo realizó, con visitas por parejas, el Equipo de la FGSR y la dirección del proyecto corrió a cargo de cinco personas de currículo relevante en estos temas. En nuestro caso, tuvimos la oportunidad de cambiar impresiones, ideas y afectos con Tita y Rebeca, la pareja de investigadoras que acudieron a nuestro centro en dos momentos distintos de ese primer trimestre.

 

El documento que resume este proyecto de investigación tiene formato apaisado y lleva por título: Bibliotecas escolares “entre comillas” y como subtítulo: “Estudio de casos: buenas prácticas en la integración de la biblioteca en los centros educativos”.

 

Copio unas ideas de la Introducción: “El trabajo que se presenta en las páginas que siguen expone los testimonios de los responsables de la biblioteca, de los directivos, de los docentes y de los estudiantes procedentes de diez centros que han destacado por su trayectoria en el desarrollo de la biblioteca escolar. Su voz, la literalidad de sus palabras, es lo que da sentido al trabajo, y de ahí el título de la obra y la constante referencia a sus declaraciones (convenientemente entrecomilladas)… Este no es un libro sobre el debería ser de la biblioteca escolar, ni un manual para desarrollarla… Pretende ser un reflejo en primera persona del deseo de cambio y de la búsqueda, desde dentro, de prácticas adecuadas a cada situación…

 

El grueso del libro lo ocupan 15 apartados, organizados bajo el título general de LO PECULIAR ES IMPORTANTE. Creo que es una acertada apuesta anticlonación; es cierto que las bibliotecas comparten una base común en cuanto a la organización, las funciones, los objetivos…, pero deben tener personalidad propia y esta manera de mostrar las observaciones realizadas en el estudio, me/nos parece muy acertada porque pone en valor, lo singular, lo característico de cada centro; reflejo muchas veces de su adecuación a un entorno específico, con características propias. Los títulos de esos quince apartados son: Integración de la biblioteca en el proyecto de centro. Planificación y evaluación. Difusión y marketing. Apoyo del equipo directivo. Liderazgo y profesionalización del bibliotecario. Habilitación del espacio. Biblioteca como espacio docente. Formación de usuarios. Formación del profesorado. Fomento de la lectura. Servicios al profesorado. Implicación de los profesores. Participación de los alumnos. Implicación de las familias. Colaboración con la biblioteca pública.

 

Cada uno de ellos se desarrolla en varias páginas: en la primera, se explica un poco el título. En la segunda, en todos los casos, se ofrecen tres columnas de análisis, relacionadas con esa peculiaridad y encabezadas por los siguientes conceptos: Factores favorecedores – Barreras – Repercusiones (interesantes reflexiones, en todo caso). A continuación, tomando algunas declaraciones u opiniones textuales de algunas de las personas entrevistadas se ejemplifica la peculiaridad y se ofrecen rasgos percibidos que la precisa. Se termina con la sección “Buenas prácticas”, en la que se ofrece uno o varios testimonios más minuciosos que hacen referencia a ese aspecto peculiar previamente definido. Este sería el esquema de esos 15 apartados que son el meollo de la investigación (de la página 21 a la 131). Como en otros casos, es más fácil de entender el trabajo con el libro delante que explicado de este modo, pero quien esté interesado en echarle un vistazo o consultarlo con detenimiento, puede solicitarlo a la citada Fundación o pedir en su biblioteca pública de referencia que se hagan con un ejemplar.

El trabajo es una coedición de la Secretaría General Técnica del Ministerio de Educación y de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez y tiene el siguiente ISBN: 978-84-89384-79-8

 

Ojalá la difusión del trabajo sea la que debe ser y su lectura y consulta ofrezca  algunas posibilidades, ideas y ánimos a quienes andan en similares faenas. Quienes participamos en esa investigación (en ningún caso se nombra a nadie, aunque las ejemplificaciones son reconocibles para quienes trabajan / trabajamos alguno de los aspectos nombrados) nos sentimos reconocidos y honrados, aún sabiendo que hay otros muchos sitios donde mirar, porque también se están haciendo la cosas con sentido común y una gran dosis de entusiasmo.

 

2.- Y, al hilo de todo ello, voy a permitirme un ejercicio de memoria y recuerdo. Tomo prestada la idea de texto que desarrolla Joe Brainard en su libro “I remember”, del que en anteriores post de este blog ya he hablado por utilizar su idea para que los chicos escribiesen con distintos fines, y voy a remontarme al inicio de la década de los ochenta para contar, con esos recuerdos puntuales, la evolución de los tiempos de “prebiblioteca”. Ésta sería la relación particular de “meacuerdos”:

 

Me acuerdo de cuando los libros antiguos se apoyaban aburridos en baldas metálicas en un cuarto lleno de sillas y mesas viejas, cubiertos de polvo. Me acuerdo de que no había ningún horizonte posible para iniciar la constitución de una biblioteca. Me acuerdo de formar con ladrillos y tablas (pintado todo de blanco) el soporte más primitivo posible con el que iniciar un rincón de biblioteca de aula. Me acuerdo de escribir a embajadas extranjeras en España, a revistas de naturaleza y de viajes, a editoriales, a entidades bancarias, etc. para pedir materiales: libros, folletos, revistas con los que ir llenando los espacios que habían creado las tablas y los ladrillos (nada que ver con la burbuja inmobiliaria). Me acuerdo de realizar christmas navideños con la técnica de la gelatina y comprar, con los dineros de su venta, algunos libros para el aula. Me acuerdo de pedir una cantidad de dinero a cada chico de clase para comprar tantos libros como alumnos, todos diferentes, y de “contrastada calidad”, con los que enriquecer el rincón de lectura del aula. Me acuerdo de sugerir hacer un fichero de opiniones, tras la lectura de los libros, y así poder descartar para otros años aquellos que no gustaban. Me acuerdo de hacer un documento de análisis de los libros que los chicos iban leyendo, atendiendo a sus resúmenes y sus opiniones. Me acuerdo de las lecturas en voz alta que hacíamos en clase. Me acuerdo de los carnets de lector-a que hacíamos cada curso escolar para anotar los libros que leíamos de la biblioteca de aula. Me acuerdo que participábamos con resúmenes y opiniones en el boletín periódico de la Biblioteca pública. Me acuerdo que hablábamos de todo ello en la distintas revistas de aula que fuimos publicando: “La actualidad de 5º B”, “La Figa”, “Lo Pardal”. Me acuerdo que escribimos algunas cartas a algunos autores y recibimos contestación. Me acuerdo que llegó al colegio, enviado por el MEC un lote con 600 libros de lectura e informativos. Me acuerdo que, como seguía sin haber espacio para colocarlos, ofrecí mi clase para poder tenerlos, registrarlos y prestarlos a las aulas. Me acuerdo que compramos una estantería metálica y realizaba préstamos en bloque al profesorado que quería utilizarlos. Me acuerdo que se iniciaron obras en el colegio y se construyó un nuevo edificio. Me acuerdo que, cuando las obras terminaron, había un espacio que podía servir para nuestros propósitos de crear la biblioteca escolar. Me acuerdo que, efectivamente, aquel espacio parece que estaba destinado a biblioteca. Me acuerdo que no teníamos ni estanterías ni mesas ni sillas. Me acuerdo que el ayuntamiento consintió en prestarnos las estanterías de la vieja biblioteca municipal y que se instalaron en esa sala del nuevo edificio del colegio. Me acuerdo que hablamos con el bibliotecario municipal para ver cómo organizábamos los fondos. Me acuerdo que utilizamos gomets de colores y algunos signos para diferenciar los libros de Preescolar, Ciclo Inicial, Ciclo Medio y Ciclo Superior (que así se denominaban en la década de los ochenta), tanto los libros de lectura recreativa como los de información. Me acuerdo que nos quedábamos algunas tardes con chicos y chicas mayores para ir registrando, haciendo la ficha de autor y la de título y poder alimentar dos ficheros. Me acuerdo que no sabíamos dónde nos conduciría aquello. Me acuerdo que buscábamos información sobre esfuerzos similares en otros lugares geográficos.Me acuerdo que casi nadie hablaba de biblioteca escolar. Me acuerdo que ni había subvenciones, ni horas libres, ni daban puntos, ni nada que asegurase que el esfuerzo y las ilusiones terminasen bien. Me acuerdo que hacíamos actas de las reuniones y tomábamos nota de los planes y de los acuerdos. Me acuerdo que el 14 de marzo de 1988 se abrió por primera vez a la consulta y al préstamo. Me acuerdo que, quienes estábamos ilusionados y animados con aquella posibilidad, empezamos a funcionar como Seminario de Biblioteca, de adscripción voluntaria. Me acuerdo que ya han pasado 22 años desde entonces; ya han pasado muchos años y muchas cosas…, pero eso ya lo recordaremos otro día…”

 

P.D. Después del número doble 246-247, del que ya hablé en un post anterior, por haberlo coordinado. La Revista de Literatura de Primeras Noticias ha publicado ya el número 248: un especial dedicado, precisamente, a las “Bibliotecas escolares”, coordinado por Begoña García y en el que participan, entre otras personas, algunas conocidas (por mí) como Guillermo Castán, Gloria Durban, Inmaculada Vellosillo y Luis Miguel Cencerrado… Nuevas reflexiones sobre un tema que avanza despacio, pero que no pare.

 

 

 

4 comentarios

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*Cambiar el destino de los conocimientos, el aprendizaje será mayor cuanto más ... ...

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Mariano -

Es indudable que se avanza pero, en todo este tiempo, hemos consumido una millonada en jornadas, encuentros, talleres, conferencias, congresos, grupos de trabajo, seminarios, publicaciones… Y ahí me paro, Agustina.
Es indudable que los motores del funcionamiento sereno y racional, de la continuidad necesaria, del asentamiento cultural… de las bibliotecas escolares van a cuenta, en muchos casos, del entusiasmo y la voluntariedad de trabajar e innovar de las maestras y maestros, del profesorado que decide que debe ir en esa línea… Y, es indudable, como ya digo en el post, que podríamos recorrer una geografía de biblioteca escolares que tienen un singular y preciso funcionamiento, a lo largo del país. Vamos a pensar en ellas, en las personas que ponen el ALMA para mejorarlas y utilizarlas y así nos vamos con buen CUERPO de vacaciones de Semana Santa. Que pases unos buenos días y que no decaiga. Un abrazo.

Agustina Cobos Urbano -

Tú lo has dicho: avanza despacio pero avanza.
Tengo cercano al IES Juan de Herrera, cuya bibliotecaria también le está echando ganas y muchísimo tiempo.
Enhorabuena! ¡A seguir en la brecha!