Hoy he podido encuadernar las hojas que han decorado y escrito los chicos y chicas de la clase, utilizando la fórmula de los “meacuerdos” del último “libro libre”. Allí hicimos un “ejercicio de escritura fugaz”, pero aquí cada cual se ha explayado como ha querido. Algunos han superado el centenar de “meacuerdos”, con mucho detalle. El documento es único y colectivo, con una foto ampliada de toda la clase y las palabras que quedarán escritas para siempre sobre un pequeño ejercicio de memoria relacionado con el paso del tiempo, con los recuerdos de las vivencias escolares, fundamentalmente.
1.- Y hablando de “meacuerdos”, sugerimos la posibilidad de preguntar a las abuelas y los abuelos (quienes los tuvieran cerca, claro), para hacer una pequeña lista de “sus meacuerdos”. Julen, Marc, Alba, Judit, Marina, Ainoa R. y Ainoha J. han traído su documento y ésta es una breve selección de los recuerdos recogidos entre personas que van de los 65 a los casi 90 años y que dibujan un tiempo sensiblemente diferente. Estos son algunos de los "meacuerdos" que les han referido a sus nietas y nietos: Marieta, Mª Jesús, Dora, Eugenio, Andrés, Mª Pilar, Rafaela, María, Salvador y Marta:
“Me acuerdo de cuando tenía mucha hambre al pasar la guerra. Me acuerdo de cuando mis hijos nacieron en casa. Me acuerdo cuando me preparaban para merendar pan con aceite y azúcar. Me acuerdo cuando me hacía mis propios juguetes. Me acuerdo de cuando cuidaba a mis hermanos porque mi madre trabajaba. Me acuerdo que me regalaron los reyes magos un muñeco relleno de serrín dos años seguidos. Me acuerdo cuando fregaba en una casa y hacía lo que me mandaban. Me acuerdo cuando me regalaron el primer reloj. Me acuerdo cuando celebrábamos algo e íbamos al baile. Me acuerdo cuando para almorzar comíamos media sardina. Me acuerdo cuando mi hermana me llevaba a cavar remolacha. Me acuerdo cuando iba a lavar al lavadero de rodillas. Me acuerdo que en el Segoñé hacían una carrera de motos; un motorista se cayó, me dio en la pierna y me la rompió. Me acuerdo cuando se murió mi hermano mayor; tenía ocho años y murió de pulmonía. Me acuerdo que cuando estudiaba bachiller nos íbamos a examinar a Lérida y hacíamos los diez exámenes en un día. Me acuerdo de cuando iba de casa en casa limpiando cristales, haciendo la cama, fregando el suelo, etc. Me acuerdo que jugábamos a las tabas. Me acuerdo que de pequeña me gustaba mucho leer. Me acuerdo cuando "esbrinábamos" azafrán y lo tostábamos para conservarlo. Me acuerdo que a mi pueblo venían los militares de Teruel y mi padre les encendió una hoguera. Me acuerdo que tenía que trabajar mucho para mantener a mis cinco hijos. Me acuerdo que un día estábamos en el monte y vino un vecino y dijo que había estallado la guerra. Me acuerdo cuando fui por primera vez en tren a Cartagena. Me acuerdo cuando mi padre me dio la primera torta. Me acuerdo que para mi comunión llevé un vestido que lo habían llevado tres hermanas antes. Me acuerdo que cuando tenía 9 años iba a "pasturar" a las ovejas y nevaba. Me "acuerdo" que cuando nací yo se murió mi madre junto con mi hermana gemela. Me acuerdo que iba al campo con mi padre y mientras él labraba, yo hacía la comida. Me acuerdo de la primera vez que me hizo daño la bebida. Me acuerdo cuando en el monte me vinieron los maquis y me quitaron la ropa y el primer reloj. Me acuerdo cuando mi padre me llevó en un burro al colegio y como estaba cerrado, me dijo que daba igual ir al colegio, así que no fui. Me acuerdo cuando jugábamos en la calle con cosas hechas a mano. Me acuerdo cuando íbamos a pedir cromos por las tiendas. Me acuerdo que cuando comulgué, íbamos por las casas y nos daban dinero. Me acuerdo que para merendar me hacía bocadillos de pimientos asados. Me acuerdo que iba descalzo a labrar porque éramos ocho hermanos. Me acuerdo de dormir "al raso". Me acuerdo cuando dormía sobre un saco de paja. Me acuerdo de cuando mi hijo se fue a la mili. Me acuerdo que cuando aprendí a ir en bicicleta, en la primera curva me caí. Me acuerdo cuando vi por primera vez Sarriá, el campo del Español. Me acuerdo cuando jugábamos al corro de la patata y a las cartas con los cromos. Me acuerdo que, cuando vine a Fraga, vine desde Alcaine en un carro y tenía 7 años. Me acuerdo de cuando iba a guardar cerdos. Me acuerdo de que íbamos con el SEAT seiscientos a hacer exposiciones de pintura por los pueblos. Me acuerdo de que daba clases de dibujo y no cobraba. Me acuerdo cuando iba a trabajar con siete años con mi madre. Me acuerdo de muchas cosas más, pero para eso necesito mucho más tiempo…”
2.- Aprovechando la circunstancia de haber trabajado la poesía durante el segundo y tercer trimestre en el colegio, comenté a los chicos la conveniencia de echar un vistazo al “callejero” de Fraga para constatar que ninguna calle, avenida o plaza estaba dedicada, llevaba el nombre de un poeta y de paso ver a quiénes están dedicadas las calles actualmente. Entonces escribimos una carta al alcalde de la ciudad sugiriéndole tal cuestión para el futuro, carta que firmamos toda la clase. Ayer, una comisión de tres niñas y niños se acercaron a las oficinas del Ayuntamiento para entregarla y que se la hicieran llegar a la autoridad local. Hoy por la mañana, los miembros de la improvisada comisión nos han contado que no fue posible entregarla porque, por lo visto, debíamos seguir un extraño protocolo: les abrieron el sobre, sacaron la carta, la fotocopiaron, rompieron el sobre con el sello, les dieron otro en blanco, junto con un documento que debía rellenar yo y firmarlo… Hoy han vuelto de nuevo con los papeles en regla (espero), pero cuando escribo estas líneas no sé si les habrán admitido o no la carta y la “instancia general” debidamente rellenada. Yo me he quedado “a bolos”, como suele decirse (y los chicos más; uno de ellos les comentó algo así como “oye que no es una carta bomba…”). Pensaba yo que les felicitarían por esa familiaridad respetuosa con la primera autoridad local y les animarían a canalizar de ese modo pacífico sus iniciativas ciudadanas… ¡Pero si se descuidan los detienen y tengo que ofrecerme como rehén! Confieso que he quedado totalmente decepcionado. Es una práctica que vengo impulsando desde que trabajo en este oficio: incentivar la escritura de cartas, no sólo las que podríamos englobar en la llamada correspondencia escolar, sino también aquellas otras destinadas a autoridades diversas, a organismos diferentes pidiendo materiales o información para algunos de nuestros trabajos. Unos nos contestaron y otros no, pero siempre lo hicieron con mucha cordialidad y que en la ciudad donde trabajas y vives, en lugar de facilidades, te pongan trabas, me ha dejado “flipando” como dicen ahora. Bueno, en todo caso, aquí queda el suceso y la carta en cuestión. La carta está hecha con fragmentos de las que escribieron ocho chicos y chicas que se ofrecieron voluntariamente para hacer un boceto de la misma:
Hola, Señor Alcalde de Fraga:
Con todo el respeto que podamos darle los niños y niñas de sexto del CEIP Miguel Servet, le escribimos esta carta.
Durante este curso, en nuestro colegio, hemos trabajado (entre otras cosas) la poesía, con varias actividades que se fueron proponiendo desde la biblioteca escolar y que fuimos haciendo todos los niños y niñas de todas las clases del centro.
Una vez terminadas esas actividades, pensamos en clase que en Fraga no había ninguna calle con nombre de poeta así que, para asegurarnos, miramos y ojeamos un mapa callejero que se repartió hace unos meses por los buzones de las casas. Vimos que había calles con nombres de músicos, de pintores, de pueblos, de ríos, de caminos, de médicos, de santos y santas, etc., pero que no había ni una sola dedicada a los poetas.
Creemos que para que tuvieran mayor reconocimiento, deberíamos dedicar algunas de las calles nuevas que se están haciendo para ampliar Fraga, a algún poeta. Creemos que también se merecen tener algunas calles a su nombre, ya que han sido personas de honor y prestigio.
Además, como hay mucha gente a la que le gusta la poesía, le haría (creemos) mucha ilusión pasear, dentro de unos años, por la calle Federico García Lorca o por la Avenida Rafael Alberti o por la plaza Antonio Machado…
Esperamos que le haya gustado la idea y que, en el futuro, una calle o más, tengan el nombre de algún poeta.
Nos despedimos con un cordial saludo y deseándole que pase un buen verano.
En Fraga, a 16 de junio de 2009
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3.- Ya en casa, recibo la publicación número 10 realizada por El Museo Pedagógico de Aragón, titulada (y con lo que he contado antes, viene que ni al pelo): “Transformar el mundo desde la escuela con palabras” y subtitulada “Los cuadernos freinetianos de Barbastro durante la II República”.
No puedo dejar de reproducir las palabras que me escribió el director del museo y alma de sus publicaciones, el amigo Víctor Juan, contestando a un mail mío en el que le felicitaba por la hermosa publicación que me acababa de enviar, hace ya unas cuantas fechas:
“Ahora mismo le he dado el ok a un libro que te va a volver loco, un libro en el que recuperamos tres revistas freinetianas -Chicos, Caricia y Helios- que los niños de la escuela número 1 de Barbastro hicieron con su maestro José Bonet Sarasa desde junio de 1933 hasta julio de 1936. Es un libro maravilloso, ya verás. Será mi regalo de fin de curso”.
Realmente tenía razón Víctor. No voy a hacer aquí una valoración del libro porque lo acabo de recibir y todavía no lo he leído, pero tiene un gran valor el poner en manos de investigadores y curiosos este documento de 269 páginas que recupera muestras y ejemplos precisos y preciosos de la autoedición escolar. De una actividad que algunos maestros y maestras realizaron hace más de setenta años y a la que deberíamos mirar más de una vez para encontrar –con los medios tecnológicos sin parangón de que disponemos- fuerza y motivos que nos condujesen por caminos parecidos.
Después de una entrada sobre “Libros libres” (la anterior escrita en este blog), me parece muy propio escribir esta reseña de un libro que llevaré mañana a clase, aunque sea para cerrar el curso con él en la mano, leyendo alguna de las páginas reproducidas de los “Cuadernos de trabajos vividos por los niños”, titulados CHICOS, CARICIA o HELIOS. No podía encontrar una mejor despedida en un año, además, en el que visitamos el Museo Pedagógico de Aragón, el pasado mes de marzo.
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