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ALGUNAS REFLEXIONES AL CAMBIAR DE AÑO

Hemos visto acabar un año y comenzar otro. En realidad, nada nuevo para quienes acumulamos ya más de medio centenar de ellos. El último mes, de éste que se va, ha sido un mes frío de verdad. Aquí en Labuerda, hemos pasado una semana durilla. Primero fue la nieve…, que tanta alegría produce como silencio deja. Ver nevar, desde el interior de la casa caliente, es un espectáculo bonito. Lo malo son las consecuencias que se derivan y en las que uno no piensa en primera instancia: las calles se vuelven intransitables, si se hiela todavía son más intransitables, el frío se apodera del ambiente, la humedad se generaliza… Si no es necesario salir a trabajar, no hay problema, te quedas en casa haciendo fuego, comiendo y bebiendo y ¡ya puede venir invierno nevado! Pero para quien debe desplazarse pronto por la mañana a otra localidad, a su lugar de trabajo, temiendo alguna placa de hielo o quien debe atender a su ganadería o quien vive del turismo rural y espera que los posibles clientes no se vean desanimados por las informaciones meteorológicas de las televisiones, etc. la cosa se torna algo menos amable e idílica. No obstante, como el espectáculo del paisaje nevado es algo grandioso y especial, uno no puede evitar salir de casa, armado de paraguas y cámara fotográfica (y bien arropado) para disparar fotografías a buen ritmo. Me gusta fijarme en las ramas de los árboles, inclinadas bajo el peso de la nieve que sutilmente se ha ido depositando sobre cada rama, sobre cada hoja; me gusta fotografiar las pisadas que quedan detrás de uno, cuando ha hollado un espacio virgen totalmente blanco… Me gusta, cuando ya ha dejado de nevar y el sol alumbra el mundo, hacer fotografías de paisajes despejados y, a la vez, tomar instantáneas de detalles pequeños que voy descubriendo, a medida que me desplazo por la orilla del río o del barranco, por las huertas, etc.

 

Y después de la nieve vino la lluvia. El cielo se mantuvo cubierto y aunque la lluvia no era intensa, era claramente disuasoria para objetivos de paseo, caminata y exploración de los alrededores. Vuelta por tanto a lo dicho para la nieve: quietos en casa y leña al hogar (y gasoil en la caldera, claro). Como alternativa a la cutre y destructiva programación televisiva, la lectura es entonces el mejor medio (o uno de los mejores) de pasar el tiempo. Localizas un libro interesante y te instalas en el rincón adecuado de la casa para pasar allí unas horas sumergido en las páginas del libro que sostienes en las manos. ¡Por fin, después de que la velocidad del tiempo durante el curso escolar, te deje pocos huecos para acometer un libro con continuidad, el tiempo atmosférico exterior, frío y desapacible, se torna aliado de los afanes lectores y proporciona la coartada perfecta para practicar la lectura con placidez y horas por delante. En mi caso “Esperando el cierzo” de mi antiguo profesor Angel Conte quien te lleva a hacer una incursión en el Aragón del siglo XVI y las tremendas vicisitudes personales que debe vivir Marién de Alcolea, en medio de una desatada guerra religiosa, donde la Inquisición celebra festivamente los aberrentes, crueles y salvajes autos de fe; “El escarabajo de oro y otros cuentos” de Edgar Allan Poe; el duro recuerdo de algo que vivimos en la distancia, como fue el cerco de Sarajevo, de la mano de Steven Galloway en “El violonchelista de Sarajevo”, en el que nos descubre la tragedia de la vida cotidiana en una ciudad abandonada de todos y asediada por un ejército renegado que pretende destruirla; “Otros colores” del nobel turco Orhan Pamuk, con reflexiones más amables sobre literatura, sobre oriente y occidente, sobre recuerdos de infancia y juventud… Un libro de fragmentos que se lee con placer porque está escrito por un autor que domina el oficio, que muestra un notable sentido del humor y que procede de una región sugerente de la geografía y de la geopolítica mundiales.

 

Todo eso alternado con la lectura de la prensa diaria, de suplementos guardados para mejor ocasión y de lecturas sueltas, ojeando un nuevo libro que han enviado para la biblioteca de Labuerda y que debo registrar o de aquellos que fueron comprados recientemente o se recibieron regalados y para los que no había habido tiempo aún de abrirlos y echarles un vistazo… En mi refugio, paso muchas horas revolviendo papeles, reordenando, leyendo y releyendo cosas breves, escuchando mis músicas preferidas de fondo. Aquí en el salón-estudio de la casa de Labuerda, lo que en otro tiempo fue un granero que guardaba la cosecha anual de cereales (pero en el que también se colgaban, de las puntas clavadas en los maderos del techo, una selección de uvas negras y blancas o buena parte del mondongo de cada año), ahora también tiene una finalidad parecida, aunque lo que guarda actualmente no es alimento para el cuerpo. Los armarios, vitrinas, estanterías… ofrecen objetos que reconstruyen algunas actividades y momentos del pasado, fotografías que son jirones biográficos de la familia, libros, revistas… de todo tipo que aguardan a ser abiertos y desvelar su sorprendente contenido… Libros que he leído y otros que, probablemente, no lea nunca, pero que ojeo de cuando en vez para alimentar la posibilidad de hacerlo…

 

 

(Abro un paréntesis). En ese ambiente, estoy pasando estos días que despiden un año y dan paso al siguiente… Días necesarios para descansar del duro trimestre escolar. Por cierto, cada año resultan más largos los trimestres y cada vez entiendo menos ese afán de las autoridades educativas de recortar los periodos de vacaciones al máximo… Este año, sin ir más lejos, trabajamos hasta un martes al mediodía (23 de diciembre) y regresaremos un jueves (8 de enero). Hace unos años, hubieran sido impensables tales apreturas y, o las hubiéramos empezado antes o las hubiéramos acabado más tarde… Y todo por la maldita conciliación (de la que podríamos hablar algún día para ver quién la promueve y a quién beneficia). Nada raro, por otra parte, cuando ya hace tiempo que se instauró un sistema de discusión y participación en el que quienes estamos todo el día con los chavales somos los que menos contamos a la hora de tomar decisiones de ese tipo. Desde hace tiempo, y no creo que para bien, los maestros que trabajamos directamente con los chicos y chicas (cuando yo me hice maestro, pensábamos que esa era la función principal, y prácticamente única, de esa profesión), somos quienes menos peso tenemos en las decisiones administrativas que nos atañen, se nos ningunea con asombrosa facilidad (ya desde los equipos directivos de los centros, cuando probado está que los colegios pueden funcionar perfectamente sin equipos directivos, pero no sin maestros y maestras) y no se nos tiene la consideración adecuada que nuestro trabajo merece…

 

(Abro un segundo paréntesis). No logro entender los niveles de crueldad de Israel. Desde luego no estoy con quienes mantienen la tesis de que Israel actúa en defensa propia, como si la existencia del muro infame, de los controles diarios en algunos pasos fronterizos y los caprichosos cierres de los mismos no son una agresión diaria hacia los palestinos… Como si la espectacular fuerza militar de la que hacen gala, con el patrocinio evidente de los EE.UU. no fuera un elemento amenazante permanente. ¡Dejémonos ya de majaderías! Resultado final, durante esta semana de bombardeos: por cada israelí muerto, 100 palestinos… Hamás será una organización terrorista, pero el ejército y el gobierno israelí no sé de dónde sacan la legitimidad moral para actuar de una manera tan bárbara y tan impune… Algún día habrá que revisar algunos conceptos y enfrentar cara a cara a quienes secuestran el significado de las palabras. Viendo las imágenes y leyendo las noticias sobre los acontecimientos en la franja o ratonera de Gaza siento una desazón profunda. No puedo entender tanta barbarie. Sé que en Israel hay colectivos que desprecian esas formas de actuar de su gobierno, pero también sabemos que la mayoría está por darles duro a los palestinos y que así no se va a solucionar el problema.

 

A pesar de todo esto, aprovechando este post del primer día del año 2009, quiero desear a todos y todas que seamos mejores personas en este nuevo año y que no nos falta la suerte ni la salud, que se sigan publicando buenos libros y que encontremos, sin excusas, tiempo para leer.

3 comentarios

Mariano -

Nig, está bien esa declaración que haces. Es verdad que según qué comportamientos no hay manera de entenderlos. La hipocresía, por ejemplo, es repugnante y hay quien la practica con mucha naturalidad... Buen año.

Hola, Silvia: la lacra etarra con la que tenemos que vivir es excesiva. Habiendo, como hay, cauces razonables de participación, en estos tiempos y por estas latitudes su violencia es un brutal anacronismo.
Recibí la felicitación. También te mando el deseo de un buen año 2009. Te invito, si quieres comentar alguno de tus libros leídos a que lo hagas, como comentario del último texto, por ejemplo, en el blog: http://www.nosotrasleemos.bitacoras.com es el blog del grupo de lectura del cole.
Un abrazo

Silvia Luz -

Feliz Año Mariano! leía tus notas y me acordaba del atentado en Bilbao, no puedo entender qué se pretende lograr con estos actos. De medio Oriente ni hablar. Soy pacifista por naturaleza y no puedo creer que haya tanto fanatismo y ansias de poder. Claro, mi mente no está entrenada para eso como la ellos. Te llegó mi saludo para las fiestas? Un abrazote y a esperar el año con muchas ilusiones. Estoy leyendo La Magdalena, de Juan Arias, después te hago el comentario, si te interesa.

nig -

Intento, conforme voy "madurando", comprender otras formas de ver y vivir. Entiendo que todo no se puede ajustar a lo que yo creo, pienso o siento. Mi sentido de la justicia, la dignidad, la educación, el respeto.... no tiene porque coincidir con el de los demás. Todo esto lo entiendo, pero cada día es mas díficil digerir a según que "gentes". Hoy es un día para dejarse caer en sofás y parecidos pero despues de ver las noticias solo me queda decir ... que m quede como estoy... Un cálido abrazo a todos los que se pasean por este blog y sigamos deseando lo mejor para este nuevo año.