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SOBRE ESCUELAS, NIÑOS Y VIOLENCIA

Para terminar, quería escribir lo que leo en el suplemento que los jueves encarta El Pais, en colaboración con The New York Times. En este caso, me refiero al ejemplar del 21 de julio de 2005. Son también dos noticias:

.1. En la página 4 el titular es ya de impacto: “Una lucha étnica en Tailandia lleva la muerte a los colegios”.
Lo copio como testimonio de las diferencias entre unos y otros países; en este caso, tomando como punto de referencia la escuela y sus principales protagonistas: las niñas, los niños y sus maestras y maestros.

Comienza la crónica: “En los fines de semana, el campo de tiro militar de Yala se llena de profesores que acuden a hacer prácticas con sus pistolas, objetos esenciales ahora en un lugar donde la docencia se ha convertido en una de las profesiones más peligrosas. En una intensa campaña de violencia desatada en la zona sur, de mayoría musulmana, de Tailandia, un país budista, las escuelas públicas y los profesores que trabajan en ellas son blanco escogido de bombas y pistoleros”.

Y sigue: “Desde hace año y medio, muchas escuelas han sufrido desperfectos o han sido destruidas por incendios intencionados. El sindicato local de profesores revela que en ese periodo han muerto 18 maestros. (…)
Cientos de docentes, quizás miles, han solicitado su traslado fuera de la región y los funcionarios afirman que cada vez es más difícil encontrar a alguien dispuesto a sustituirlos, incluso si se les ofrece un suplemento salarial. El Gobierno ha anunciado que trasladará a todos los profesores que hayan solicitado abandonar la zona y los sustituirá por voluntarios no profesionales.
En los días lectivos los docentes se reúnen a las ocho de la mañana en una gasolinera de Yala y luego se dirigen juntos en convoyes escoltados que los trasladan hasta sus escuelas. Los profesores visten chándal, ropa ligera y zapatillas deportivas, listos para salir corriendo si tienen que hacerlo”.

Duangporn Visinchai, de 49 años, es director de un colegio. Ahora lleva un revólver allá donde esté, incluso dentro de su pequeña escuela y comenta “No vamos a ninguna parte solos. Si tengo que salir de la escuela durante el día, puedo llamar a un soldado para que me escolte”.
Algunos maestros han sido asesinados cuando salieron a hacer recados sin escolta militar. Numerosos docentes y sus escoltas han resultado heridos por bombas colocadas en las cunetas. Cuando termina la jornada escolar y los militares se retiran, nadie tarda en marcharse, ni profesores ni alumnos. Las actividades extraescolares han desaparecido”.

.2. Los niños de Darfur, en Sudán, los que sobrevivieron a las matanzas, dibujaron escenas terribles de lo que vieron y vivieron. En Nueva York, en un centro cultural de su universidad se ha inaugurado la exposición: “Los testigos de más corta edad: el conflicto de Darfur a través de los ojos de los niños”. Un dibujo de ceras de colores de Taha, que tiene 13 ó 14 años y vive al norte de Darfur, mostraba unos helicópteros en el cielo y casas envueltas en llamas. “Ahora las noches son duras porque tengo miedo”, dice la etiqueta que acompaña al dibujo. “Ya no tenemos casa”.
El rabino Yehuda Sarna, del Centro Judío donde se realiza la exposición cuenta que le conmocionó especialmente el dibujo de Musa, de 15 años, que muestra a una mujer que corre con dos niños, mientras arden sus casas al fondo.
La muestra se concibió casi por accidente. Trabajadores de Human Rights Watch dieron ceras y papel a niños de varios campamentos de refugiados de la frontera de Darfur con Chad, para tenerlos entretenidos mientras entrevistaban a sus padres sobre la violencia étnica y la hambruna que ha devorado a cientos de pueblos de Darfur, explica Annie Sparrow. Las obras de los niños, con ceras y lápices, muestran violaciones, hombres montando a caballo con pistolas, pueblos en llamas y helicópteros que escupen balas.
La intención de la muestra es centrar la atención sobre Darfur, una región al oeste de Sudán con un área de 700.000 kilómetros cuadrados. Naciones Unidas calcula que hasta 200.000 personas han muerto de hambre o han sido asesinadas, y 2,4 millones han sido desplazados desde el comienzo del conflicto en el que se enfrentan el Gobierno sudanés y grupos rebeldes.
En muchísimas partes del mundo, los niños y las niñas nacen con todas las carencias imaginables y condenados a llevar una vida terrible. Leyendo estas noticias, es fácil caer en la desesperanza y resulta difícil imaginar un tiempo futuro en que no existan estos episodios que tanto denigran a la especie humana.

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