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gurrion

FIN DE AÑO

Confieso sin pudor estar harto de tanto espíritu navideño y de tanta felicidad universal, con fecha de caducidad. No me gusta el espumillón; detesto encontrarme con ejércitos de “papás noeles” trepando por los balcones; las luces de las calles me parecen ya el primer signo de un derroche innecesario y los árboles cortados estos días para “adornar” y poner calor en hogares gélidos el resto del año, un lujo que no nos deberíamos permitir. ¿Cuántos de los que cortan un árbol se preocupan de plantar el mismo día diez o veinte? Contesto de mala gana al felices pascuas y lo único que me produce cierto interés es tener algo de esperanza en que venga un tiempo mejor (¡y mira que hay que ser optimista hasta la desesperación par creer en ello!).
Tampoco quiero amargar a nadie este tránsito anual, que se repite machaconamente con las mismas palabras y los mismos símbolos, con el único objetivo de estimular un consumo irracional de objetos inútiles en muchos casos, pero que van llenando nuestro afán de poseer, de tener más, sin disfrutar de nada o disfrutando poco.
Haré, no obstante, para general desconcierto, mis peticiones al año nuevo. Me gustaría que se pusieran de moda algunas palabras y que todos los seres humanos las vieran como posibles en su horizonte vital: PAZ – LIBERTAD – AMISTAD – SALUD – ALIMENTOS – CASA – APRENDER – ESCUCHAR – PROTEGER – CUIDAR. Elijo diez, pero podrían ser algunas más.
Yo me pido algo más de silencio. Tiempo para leer, para pensar, para conversar, para aprender… Tiempo para escuchar cantar a los pájaros o murmurar al río… Tiempo para contemplar las flores y los árboles… Tiempo para cultivar la amistad, para cuidar los afectos, para acompañar a los hijos en su vivir diario… Tiempo para abrazar a las personas que uno tiene por importantes en su vida: abrazarlas físicamente, pero también con miradas, con palabras, con cuidados y atenciones… Tiempo para recordar a todas las personas que a lo largo de la vida me han ayudado con sus consejos, con sus ánimos, con sus críticas, con su afecto, con su reconocimiento, con su ejemplar dignidad, con su trabajo…
Pues eso era lo que quería escribir hoy en este blog, como último texto de 2004, del que no puedo despedirme sin acordarme de los múltiples agujeros abiertos a lo largo del año por las guerras, por las bombas, por la prepotencia, por las catástrofes naturales…; agujeros por los que se fue la vida de miles y miles de personas y el futuro y la esperanza de otros tantos… Un recuerdo que me llena de tristeza.

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